Al
término de la Misa de Jueves Santo «In Coena Domini», que conmemora la
institución de la Sagrada Eucaristía y del sacerdocio de la Iglesia, el
tabernáculo queda vacío en memoria de la muerte de Cristo. Se hace entonces la
reserva del Santísimo Sacramento en un lugar especial, usualmente llamado “Monumento”.
Desde
la noche de Jueves Santo hasta la Misa de Resurrección los sagrarios de todas
las iglesias quedan sin hostias, con esto se significa que el Señor ha sido “crucificado,
muerto y sepultado”. No obstante, se suele guardar o reservar en un lugar
aparte las hostias consagradas, necesarias para administrar la Eucaristía a los
fieles que deseen comulgar en Viernes Santo. Fue ése el origen de la ceremonia
del traslado del Santísimo Sacramento al “Monumento”.
Con el paso de los siglos la traslación adquirió un carácter solemne,
realizándose de modo procesional, acompañada de cánticos eucarísticos. Ante el
Monumento, entre rezos y con incienso, los fieles se turnaban, al igual que hoy,
en actos de adoración continua a Jesús Sacramentado.
El Monumento
se coloca en una capilla lateral del templo, sin que puedan celebrarse en él la
misa del Jueves, la solemne liturgia del Viernes, ni el Oficio de Tinieblas. Puede adornarse con colgaduras, frontal blanco, flores y gran cantidad de
velas blancas. En él no han de ponerse paños negros, ni motivos de la pasión,
ni tampoco reliquias, ni imágenes de santos. Tendrá una
puerta sólida como la de un sagrario. La llave de la referida urna, una vez
reservado el Cuerpo del Señor, debe conservarla y llevarla el celebrante de los
oficios del Jueves y Viernes Santo.
En nuestra ciudad es también una tradición la visita de
los Monumentos en la tarde del Jueves Santo una vez acabada los Oficios de la
Cena del Señor y la mañana del Viernes Santo. Tanto iglesias como conventos son
los encargados de montarlos, como está estipulado, a un lado del Altar de la
iglesia.
El
recogimiento de los conventos hace que estos monumentos sean muy visitados y
además su preparación, en muchos casos, en muy laboriosa. En Jaén, entre otros,
destacamos la labor de las hermanas del Convento de las Esclavas del Santísimo,
del Convento de Santa Clara, el Convento de San Antonio de Padua, el Convento de Santa Teresa, sin olvidar,
el trabajo que en algunas iglesias se hace como por ejemplo, la Iglesia de San
Juan que utiliza el amplio espacio de la Sacristía, la Iglesia de San Andrés,
que lo ubica en la Capilla de la Inmaculada Concepción, San Bartolomé, San
Ildefonso en el Altar de la Virgen de la Capilla, la Cripta del Sagrario, etc.
Es
una tradición que sigue celebrándose en Jaén, si bien, no se hace como en años
pasados, cuando era típico que la mujer giennense visitará estos Monumentos
vestida de mantilla. Siempre se nos decía que había que visitar siete
monumentos. El porqué de este número de visitas es el siguiente:
Acudir
a los Monumentos, como se ha dicho antes, se hace desde la tarde del Jueves
Santo a la mañana del día siguiente. Las visitas a siete iglesias, es en
memoria de los siete recorridos que hizo Jesucristo, desde el Cenáculo hasta el
lugar de su muerte, el Monte Calvario.
Realizar
el ejercicio piadoso de las “Siete visitas”, significa acompañar
espiritualmente al Señor Jesucristo en la amarga soledad que padeció y en los
tormentos y humillaciones que soportó durante las horas que precedieron a su
Muerte. Hacemos memoria de los “siete tribunales” ante los que tuvo que
comparecer, para ser juzgado por los hombres.
Introducción: Redentor del mundo, habiendo
participado de la Última Cena que celebraste antes de tu Pasión, permítenos
acompañarte ahora en el amargo camino que Te llevó a la Muerte en Cruz por amor
a nosotros.
- Primera visita: Del Cenáculo al
Huerto de los Olivos.-
Señor Jesús, Sacerdote Eterno, Divino Orante, ¡qué triste pero qué confiada fue
esta oración que dirigiste a tu Padre! Las gotas de Sangre que caían de tu
Rostro eran las primicias del Supremo Sacrificio de la Cruz, y el mismo Padre
las aceptaba complacido, pues rubricaban tú dolorosa Plegaria por la humanidad.
Que tus palabras en el Monte de los Olivos, suplan en esta noche de tristeza,
el silencio de los que han perdido la fe. Que nuestra vida toda sea una
plegaria agradable a tu Padre que está en los Cielos.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria. Y
se agrega: “Estamos aquí, a
la luz de tu Padre Eterno. Oh, Cristo Dios, acepta que Te acompañemos en esta
noche de soledad”.
- Segunda visita: La traición de
Judas.- Señor
Jesús, Pontífice Misericordioso, Dios del Amor y del Perdón. Cuando estabas
muerto en la Cruz, la lanza de un soldado abrió tu costado. Pero otra herida
mortal había herido antes tu Sagrado Corazón, (una herida más dolorosa quizás
que los tormentos físicos que tuviste que soportar): la traición de Judas, al
que considerabas tu amigo. Haz que los obispos, sacerdotes y diáconos, se
mantengan en comunión de fe y amor con el Papa, para que resistan a la
tentación de ceder ante los halagos del mundo. Perdona, Señor, nuestras
traiciones diarias.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria. Y
se agrega: "Estamos
aquí, junto a tu Madre Dolorosa. Oh, Cristo Dios, acepta que Te acompañemos en
esta noche de soledad”.
- Tercera visita: El abandono de tus
discípulos.- Señor
Jesús, Dios abandonado, el temor se ha apoderado de tus amigos. Y huyen. Estás
solo. ¿Cómo no acercarnos a tu Corazón humano y divino para abrazarlo? ¿Cómo
permanecer indiferentes ante sus latidos, que son melodía de ternura y soledad?
Socorre, Señor, a quienes hoy viven en la más profunda soledad, que es
desconocerte a Ti, Consuelo y Salvación de nuestras almas. Que Te busquemos,
Divino solitario, en los sagrarios, especialmente en los más abandonados. Que
no pasemos indiferentes ante Ti, Dios Sacramentado por Amor.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria. Y
se agrega: “Estamos aquí
con Juan, el apóstol amado que con tu Madre, hoy seguía tus huellas, en el
primer Vía Crucis de la historia. Oh, Cristo Dios…”
- Cuarta visita: Tu Divina Majestad
ante los tribunales religiosos.- Señor
Jesús, Dios humilde. Las autoridades religiosas, llenas de soberbia, envidia e
hipocresía, pretenden pedirte cuentas a Ti, Verdad Viviente. En ellas estamos
representados cuantos nos creemos con el derecho de objetar tus divinas
enseñanzas y de rechazar a tu Iglesia, para justificar nuestras propias
miserias. Abre los ojos del corazón a quienes son víctimas de pensamientos e
ideologías ajenas a tu Evangelio, o peor aún, contrarias a él. Protégenos del
asedio de las sectas que oscurecen tu Palabra.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria. Y
se agrega: “Estamos aquí
con los Santos de todos los tiempos, conocidos y desconocidos. Oh, Cristo
Dios…”
- Quinta visita: Mofas y burlas.- Señor, Tú soportaste con paciencia
las burlas, y sigues sufriendo hoy todo tipo de afrentas en la persona de los
que son humillados, ridiculizados y explotados. Inspíranos fortaleza para alzar
nuestra voz en favor de ellos, es decir, en favor tuyo, Jesús.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria. Y
se agrega: “Estamos aquí en
comunión de amor con las Almas del Purgatorio. Oh, Cristo Dios…”
- Sexta visita: Las negaciones de
Pedro.- ¡Cuánto
Te hicieron sufrir los ultrajes de tus enemigos! Pero, ¡cuánto más la cobardía
de tus propios amigos, a quienes les habías confiado tus más íntimos secretos!
Señor, ilumina nuestra mente y nuestro corazón para que podamos ser conscientes
de las veces en que Te negamos con los actos, quienes Te confesamos con los
labios.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria. Y
se agrega: “Estamos aquí,
espiritualmente unidos al Santo Padre Benedicto XVI, tu Vicario, y a todos los
hombres de buena voluntad. Oh, Cristo Dios…”
- Séptima visita: Herodes Te trata como
loco.- Tú, el
Rey Eterno eres humillado por el rey tirano. Y callas. Callas por amor. Tú, la
Palabra soberana y creadora, haces silencio mientras Te tratan como loco. Que
nuestra voz, Señor, sólo se deje escuchar para pregonar tu infinita bondad y
para defender los derechos de aquellos que no tienen voz.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria. Y
se agrega: “Estamos aquí,
Señor, unidos al cántico de alabanza de toda la creación. Oh, Cristo Dios…”
Más un Padrenuestro, Avemaría
y Gloria por las intenciones del Papa.
Oración
final: Te
damos gracias, Señor, por habernos permitido acompañarte en esta noche de tu
soledad. Dígnate ser Tú siempre nuestro Compañero, mientras marchamos hacia la
Pascua eterna.
Por
tu Pasión y tu Cruz, sálvanos, Jesús. Amén.
Igualmente
en las siete visitas recordamos las siete efusiones de Sangre de Cristo,
reviviendo los diversos momentos en los que derramó su sangre por nuestra
redención:
1.- La circuncisión
2.- El sudor de sangre en el huerto de Getsemaní
3.- La flagelación
4.- La coronación de espinas
5.- Cargando con la cruz camino del Calvario
6.- Sus manos y pies traspasados por los clavos en
la crucifixión
7.- Su Corazón perforado por la lanza de Longinos.
Además
se pide a Dios por el precio de la Pasión de su Hijo, y por la intercesión de
la Santísima Virgen:
-
Que nos libre de los siete pecados capitales.
-
Que nos conceda las siete virtudes (Teologales: fe, esperanza y caridad;
Cardinales: justicia, prudencia, fortaleza, templanza).
- Y
nos dé los siete dones del Espíritu Santo. (Sabiduría, entendimiento, consejo,
temor de Dios, ciencia, fortaleza, piedad, el santo temor de Dios).